lunes, 4 de mayo de 2015

Don Juan Tenorio.

Argumento de la obra de José Zorrilla: Don Juan, caballero sevillano famoso por sus galanteos, ha apostado con Don Luis quién de ellos conseguirá más conquistas amorosas en un año. Acabado el plazo, los rivales se encuentran y Errol Flyn y Viveca LinforsDon Juan resulta vencedor; entonces Don Luis le reta a seducir a una novicia. Don Juan acepta el desafio, sin embargo, acaba enamorándose de la novicia objeto de sus incitaciones, Doña Inés. La muerte de la muchacha provocará el arrepentimiento de Don Juan y su salvación final.


 Don Juan consigue encontrarse con Doña Inés a pesar de la oposición del padre de ella.

(EL CAZADOR CAZADO)
Don Juan Tenorio es el prototipo amoroso masculino que ha conquistado de forma más ostentosa el teatro, la literatura y el lenguaje. No se dirá de nadie que en cuestiones de amor es un Romeo o un Marco Antonio, o un Calixto, o un Otelo o un Don Quijote: pero sí que dirán de alguien que es un Don Juan. ¿Por qué Don Juan Tenorio tanto, y los demás modelos de amante tan poco?
Lo llamativo de este fenómeno es que precisamente el transgresor, el calavera, el que sin el menor escrúpulo juega con los sentimientos de las mujeres que confían en su amor, precisamente ese se haya ganado un lugar de honor en el alma de la gente: Tirso de Molina, en 1630 nos ofrece ya el personaje de Don Juan Tenorio con nombre y apellido en El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Tenía antecedentes, claro está, pero a él le cupo la gloria de la creación del personaje, y a José Zorrilla, desde 1844 en que estrenó su Don Juan Tenorio, la gloria de su extraordinaria popularización. Desde entonces, y a lo largo de más de un siglo, año tras año se representaba en toda España por la fiesta de los Difuntos.
El personaje venía de muy lejos: aunque España fue finalmente la patria que le acogió como hijo predilecto, no fue su lugar de nacimiento. Don Juan, antes de adoptar el apellido de Tenorio, es un auténtico ciudadano del mundo. España sólo acabó de caracterizarlo y de darle un nombre inmortal. Mozart le dedicó una ópera. La gran novedad del Don Juan de Zorrilla es que finalmente sale absuelto: rehabilitado que diríamos hoy, en vez de condenado sin remedio como el de Tirso de Molina y tantos otros bajo nombres distintos. El caso es que el personaje se las trae:
Por dondequiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario